Entre 876 y 1.459 millones de toneladas de CO2 y el empleo de 4 a 7 millones de hectáreas de nuevas tierras para producir biocarburantes. Estas son las cifras que el IEEP maneja en un estudio dado a conocer en nuestro país por cuatro ONG ecologistas de ámbito estatal. Los productores contestan que, solo en España y en 2009, los biocarburantes evitaron aproximadamente 2,7 millones de toneladas de emisiones de CO2.
Una guerra de millones de emisiones de CO2 llena el debate sobre el cambio indirecto del uso de la tierra que puede provocar el cultivo de materias primas destinadas a producir biocarburantes. A falta de que la Comisión Europea adopte una decisión definitiva, siguen sucediéndose los informes. En este caso, Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace y SEO/Birdlife respaldan sin fisuras el contenido del documento Anticipated indirect land use change associated with expanded use of biofuels and bioliquids in the EU, elaborado por el Instituto para la Política Ambiental Europea (IEEP, en sus siglas en inglés).
En el informe se advierte de que, una vez analizados los 23 planes de acción para el fomento de las energías renovables presentados por otros tantos Estados miembros de la Unión Europea, la previsión de emisiones no solo no se reducirá entre un 35% y un 50% con respecto a los combustibles fósiles, según estipula la directiva de renovables europea, si no que se incrementará entre un 80,5% y un 167%. Según esos mismo planes, cinco países acapararán dos tercios del incremento de emisiones: Reino Unido, España, Alemania, Italia y Francia. Para nuestro país se estiman unos 9,5 millones de toneladas de CO2 extra por año.
La sección de Biocarburantes de la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA) considera esta última cifra “absurda y arbitraria”. “Según el Ciemat –aseguran–, ninguno de los modelos disponibles para cuantificar los efectos indirectos de los biocarburantes puede determinar adecuadamente las emisiones de gases de efecto invernadero que tienen los cambios de uso del suelo”. Para refrendar esta postura, añaden que en 2009 la utilización de biocarburantes evitó aproximadamente 2,7 millones de toneladas de emisiones de CO2 sólo en España.
APPA Biocarburantes también recuerda que la Comisión Europea considera hasta el momento insuficientes todos los modelos de cálculo de los efectos ocasionados por el cambio indirecto del uso de la tierra. Afirma que el estudio, encargado por una coalición europea de organizaciones ecologistas y de ayuda al desarrollo, “se basa en asunciones erróneas e infundadas desde un punto de vista científico”, y le niegan “su supuesta objetividad, dado que no ha sido evaluado por una tercera parte independiente, ni se ha consultado a las partes interesadas para poder obtener datos actualizados y fiables”.
Lo que sí ha analizado el estudio son los planes nacionales presentados a Bruselas, y según estos, en 2020, los biocarburantes proporcionarían el 9,5% del combustible para transporte terrestre, con más del 90% procedentes de cultivos alimentarios. Sara Pizzinato, responsable de la campaña de Transporte de Greenpeace, ha declarado que “la promoción del uso de agrocombustibles no debe ser la única ni la principal vía para el cumplimiento de la directiva de energías renovables en el transporte, ya que existen otras opciones cuya sostenibilidad está demostrada, como el establecimiento de estándares estrictos de eficiencia para los vehículos y la aplicación de la electricidad de origen renovable a este sector”.
En cuanto al aumento de nueva superficie a cultivar, APPA Biocarburantes insiste en que el documento del IEEP “no tiene en cuenta en ningún momento el incremento anual de los rendimientos de los cultivos, las mejoras en las prácticas agrícolas o la contribución de los coproductos que resultan de la fabricación de biocarburantes a la reducción de gases de efecto invernadero”. También añaden que “la CE ha dejado claro en repetidas ocasiones que la UE dispone de tierras suficientes, anteriormente ocupadas por cultivos pero ahora no destinadas a la agricultura, para cubrir la futura demanda de biocarburantes, incluso si todos los todos los consumidos se produjesen únicamente a partir de materia prima europea”.
Los ecologistas, por el contrario, confían plenamente en las conclusiones del estudio. Blanca González Ruibal, de Amigos de la Tierra, afirma que “muestra claramente el daño que los países europeos van a causar con sus planes para introducir agrocombustibles. La Unión Europea tiene que dejar de promover falsas soluciones que siguen expoliando los recursos del Sur y afrontar urgentemente una reducción en la demanda de energía en el transporte”. Y David Howell, de SEO/BirdLife, asegura que “mientras no se tengan totalmente en cuenta los cambios indirectos del uso del suelo, Europa continuará subsidiando una alternativa energética que es significativamente peor que los combustibles fósiles a los que sustituiría”.